El bosque interior
Las formas de alma
En 2016 Susana Blas me invitó a participar en un viaje, todavía en marcha, en el que estamos inmersos un grupo de artistas españoles que entendemos el trabajo artístico desde otros lugares, con otros posicionamientos y sensibilidades. Probablemente ajenos al ruido y a la velocidad que caracteriza al arte contemporáneo último.
Entonces, escribí para el libro de viaje de la exposición este breve texto sobre el alma, en el que dialogo con Teresa de Ávila a través de Susana, quien a lo largo de todo este recorrido (de años ya) ha resultado ser, más allá de la artífice de un gran proyecto, una suerte de chamana, de mediadora entre mundos. Un precioso y resistente hilo rojo que nos ha vinculado a todos los artistas-viajeros de esta travesía por el alma y sus casi infinitos recorridos y posibilidades.
Hay un túnel que une su corazón y el ruido de los bosques[1]
Tal vez este verso de Benjamín Prado es la única forma en la que yo podría imaginar el alma.
En mi caso el túnel es mi obra. Es así, mediante ese túnel figurado, como trato de comunicar lo que soy -aún sin saberlo- con lo que es el mundo, la vida. Es así también como me comunico conmigo misma y me muestro el camino ya andado, y algunas veces (pocas) el que está por andar.
Para mí el alma no es trascendencia entendida al modo religioso ni platónico. La única trascendencia en la que creo es la de las consecuencias de nuestros actos, nada más allá. Y puede que también sea esa mi idea de alma. El alma es entonces una unión entre consciencia y conciencia que se articula siempre a través del cuerpo. Que somos cuerpo es la única verdad, la más rotunda y peramente que certifico cada día. Que percibimos y conocemos y nos comunicamos a través de nuestros cuerpos. Somos mente en tanto somos cuerpo. Pensamos y sentimos[2] mediante nuestros cuerpos, sus situaciones, sus trances…
El corazón y el ruido de los bosques forman parte de este todo que no es otra cosa sino lo que soy, y por tanto todo lo que me rodea, incluso lo que desconozco. Y en ese todo, que es cuerpo, que soy yo, está el alma.
2016, El bosque
interior
Mireya Martín Larumbe
[1] Marga Gil en la isla; Benjamín Prado.
[2] Últimamente me falta mucho una palabra que haga referencia a pensar y sentir de forma unificada. ¿Acaso se puede pensar eliminando de la ecuación al sentir? Tal vez esa palabra exista y yo aún no la conozca. En cualquier caso, yo no puedo. Mi pensamiento no puede desvincularse de mi sentimiento y viceversa.